No quiero pintar más angelotes, ni querubines rollizos, ni azules cielo que se empachen de ale-hullas. No quiero nubes saciadas de m(h)iel confesando el diseño del arco iris entre oros arrebatados al dolor. No es para mí vuestra sonrisa de escarchada sangre, no es para mí ese cielo que se vende al carcelero, no es para mí adorar al becerro mientras hay manos que no pueden ni empuñar el hambre.
No os entiendo, vosotros que me enseñasteis a unir manos, ahora dónde estáis. Vuestro cielo no pinta más que arañas en mi alma, vuestro cielo no es para mí.